Lalo Santos

Hoy lunes encontré flores de muerto silvestres sobre el acueducto de Guadalupe.

La primera gran eventualidad del día consistió en reparar el freno izquierdo de mi bici yo solito únicamente con la ayuda de unx viajerx descuidadx que dejó tirada en la calle una etiqueta de Aeroméxico con su pequeña liga. Miento: la primera gran eventualidad del día fue ver a un ciclista volar por los aires como saco de cemento luego de que su bici cayera en una coladera mal tapada. Ese es uno de mis grandes miedos, por eso decidí ir a San Pablo para que repararan el freno dañado de mi bici. Pero se me ocurrió ver si podía arreglarlo, y por suerte encontré en el suelo un cordón elástico que me facilitó la compostura.

Abortada la ruta a San Pablo se me ocurrió ir al Parque Nacional El Tepeyac, pero me perdí, como siempre y ya cuando no tuve ganas de buscarle, me fui todo derechito sobre el acueducto con la seguridad de que en algún momento llegaría a la Basílica de Guadalupe y de ahí encontraría el camino a mi casa, como sucedió.

Había cortado un ramito para tenerlo en mi habitación y oler el olor de muertos, de los días de muertos, pero se me cayó en el camino y yo, como buen Orfeo, sólo volteé pero ya no recogí

A veces te entregas a una ficticia felicidad sólo por el gusto de no llegar a la conclusión de las cosas. "No estoy muerto, no estoy muerto", repetirás incluso después de ser fantasma. Y serás el cadáver sonriente de un espectro que no quiere ver cerrar el ataúd

Nada hay más difícil que disponer la vida. Disponer de ella para quitarla o para infundirla, no importa. Yo pensaba que quitarla era más fácil, pero me bastó ver el reanimar milagroso de una cachorra ya muerta para comprender que nada hay más difícil que disponer de la vida