La carne de las ciudades
10:10No hay piedra más pesada que la memoria.
Las calles y su polvo,
las casas y sus grietas,
todo lo inanimado no es la ciudad.
Las voces que mueren en cada esquina,
las sonrisas fosilizadas en el viento,
aquellas miradas acuosas fotografiadas por el atardecer,
las caricias clandestinas
en habitaciones anónimas,
la sangre seca que forma
manchas negras en el asfalto,
todo lo degradable, lo que se olvida y se recuerda,
lo imaginado y lo sufrido,
son los rascacielos, los puentes y avenidas,
las esculturas y torres y templos
que forman en verdad
a la ciudad.
No se llore por los templos perdidos
ni por la traza original de jardines modificada,
tampoco se maldiga la caída
de campanarios,
ni la pérdida de puertas o columnas.
Habría que lamentarse
la inexistencia de la sonrisa
que dos jóvenes compartirían
detrás de aquellas puertas.
Las piedras son la carne de las ciudades.
Hay algo que las animas, que las mueve
hacia su esplendor y su muerte
¿es acaso, la misma sustancia que promueve los mismos efectos
en aquellos llamados humanos?
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