Espejo en la pared
18:25
mira mi rostro: anuncia noche invertida y
cobriza. En mí viven el demonio y el
ángel; el santo es piedra todavía
muerta y mi rostro es todavía
oscuro, mezcla hierático luces de
placer, con jugo de verbos voces
pasivas de las calles y ahora callo
atónito una llama llamada tu voz
tésala: fuego custodiado por
estertores
y salta el alto asombro
sobre mí, cúspide de tierra baldía,
escéptica, abonada con la ceniza de
las ciudades. Nínive no rescata ni su
barros del desierto que abre sus
fauces
silenciosas tintas tejen
lunares y mi rostro es la arena que
acepta una piedra más, raíz última
de tu voz. El dolor se busca así un
ojo de agua casi como el rocío a la yema, así las peñas encuentran
del árbol la inevitable caricia a la
sombra
canto vegetal repta por la
noche, rostro espejo gris de la
vía láctea, el canto mineral sobre mi
piel nocturna, faz de día mirando la
oquedad de un ojo glauco mato osos sin leones alrededor y bostezo ante tu bello ojo
ciego, ladrón de piedras que nunca
valdrán, gran sanador de caderas
perpetuas, libertador de la cadena
artrítica, abigeo de corderos ateos, aborigen tardío desterrado, retórico de la tautología, plañidero de los ejecutados:
ya es hora de que empieces
a morir, trasmina el espejo en
la pared
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