Apenas
y puedo escuchar tus pasos en medio de este letargo de oscuridad. Las ruinas de
una música del pasado crecen dentro de mi cuerpo, quieren florecer
en ciudades blancas a la orilla del mar. Empiezo a oler la piel de tu
espalda y percibo, como murciélago, los movimientos de tu cuerpo
expectante. Entonces, el deseo comienza a calentar mis carnes y da
ánimo a mi boca quebrada por el silencio. Levanto el brazo y mis
dedos, que ya son como culebras nocturnas, acechan tu hombro, lo
rodean y lo estrujan.
Ahora
sólo puedo sentir tu resistencia, y enseguida tu dolor resignado.
Este eclipse para ti es caricia culpable; para mà es un frÃo que florece en mis huesos y una estrepitosa caÃda de nuevo