Crítica

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La crítica también es susceptible a ser criticada, aún cuando se deseé que el que señala no será señalado.

Criticar, como algunos lo pueden creer, no es regodearse de los errores ajenos. Tampoco es la oportunidad para mostrar cómo debió hacerse lo que se juzga.

Criticar es hablar de nadie y tratar de decir de todo.
Es empaparse de la obra, chuparla, catarla, no enzarzar ni escupir, mucho menos vomitar.
Lo que se critica es la obra, no al autor.
El texto que huele a envidia, a resentimiento, no es crítica.

Lo que muchos malos críticos no saben, es que en cada diatriba que hacen se revelan sus reales y bajas intenciones de sólo carroñear, no de criticar.

Lo que todos debiéramos saber, es que cada vez que se habla de una obra ajena, se habla en realidad de una obra intervenida por el receptor. De una obra nuestra.

Las malas críticas provienen de malos críticos. Simple.

La crítica, por principio, tiene que ver con justicia. Descubrir los errores y señalar los aciertos.

Crítica que no señala errores es lisonja.
Crítica que no señala aciertos, es rencor, es triste reflejo de una pobre persona.


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