Las tardes deberían ser eternas

16:31




Estoy de humor para ser melancólico. Para ser sincero:
Hoy particularmente extraño confusas tardes de risas socarronas, como el chirriar de goznes oxidados. El aroma humeante de infusiones verdes. Las charlas pedantes. Las ideas discretas y poderosas.  
Las tardes deberían ser eternas, para evitar las despedidas.
Pero las tardes eternas aún no han sido creadas: la noche llegó sin que me percatara.
Pasos titubeantes. Además alegres por un encuentro fortuito.
No me atrevo a adelantar el alba.
Un autobús marcha lento mientras me resigno a verlo por última vez. El deseo estéril de que dé marcha atrás.
‘Todo fue tan bonito’, dice el pequeño con el rostro aún iluminado,
después de ver los fuegos artificiales
morir en el cielo.
Una súper nova esclareció la noche hace varios siglos y aún la seguimos recordando.
Un viejo encuentra una moneda en la calle por la mañana y antes de dormir todavía sonríe.   
La palabra ‘hermano’ no se regala en cada esquina.
El autobús desaparece.
Un tímido punto en el horizonte.
Las despedidas deberían ser eternas,
para evitar el olvido.  





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