La decadencia y las ciudades II
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Oaxaca no es tierra de artistas. A quien se le ocurrió lo contrario, quienes repiten con tanto ahínco aquellas palabras llenas de eufemismo, confunden arte con artesanía.
Oaxaca es tierra de artesanos, es la verdad que olvidan muchos. Proponer no es lo mismo que posponer. Posponer el cambio, posponer las ideas, posponer el hambre.
[Hay, básicamente, dos tipos de artesanías: las naturales y las exprés.
Las naturales son el resultado de un largo proceso cultural, en el cual un objeto utilitario es valorizado como algo más.
El segundo tipo de artesanías es el resultado de un proceso inverso, más rápido y degradante: lo que pudo haber sido algo, se desgasta a algo menos por el continuo uso, abuso, por la falta de ideas. El estancamiento produce artesanías inamovibles.]
Oaxaca es tierra de artesanos, del segundo tipo. Se les encuentra en cada esquina, se les conoce y reconoce. Algunos son confundidos con artistas porque sus artesanías se disfrazan de arte.
Artesanos de la palabra, de la imagen, del cuerpo, de los sonidos, que regalan «generosamente las ideas ajenas».
Ya se sabe: las ciudades en decadencia están llenas de esta clase de inocentes charlatanes. En una ciudad en decadencia se vive creyendo que todo lo bueno ya fue hecho. Que sólo queda pulir lo que otros dejaron grabado para la posteridad, y esto, el pulir, arroja un fino polvo al ambiente que cubre todo de una capa casi invisible de artesanía exprés.
En las ciudades en decadencia muchas veces se le llama “artesano” al artista y “artista” al artesano.
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