(J. L. M.)

21:00



Caminas por la calle y te encuentras un diamante. Eso es fabuloso. Ayer, en la noche mientras naufragaba en letras y frases bonitas encallé en una isla. Un continente lleno de diamantes. Esto fue refrescante.


La historia es fácil: Desde hace meses tengo algunas ideitas instaladas en mi cabeza sobre autor-lector-texto. Nada mejor que explicar lo que uno es incapaz de hacerlo que mediante un robo, una pepena, las letras de otro: “Escribir (...) exige del escritor que se divida contra sí mismo. Es la única y estricta condición para que el hombre por entero sea autor”. P. Valéry (eso creo, eso dice la ladrona a quién esto le robé).

En ese contexto, buscar a otro que tengan la misma enfermedad es lo conveniente. En esa búsqueda encontré a Juan Luis Martínez. Una frase:

“Los pájaros no ignoran que muchos poetas jóvenes torturan las palabras para que ellas den la impresión de profundidad”

Ayer fue una madrugada revitalizante. Dormí pensando. Desperté lleno de palabras que se mezclaban incesantemente para provocar aludes de elucubraciones. Divertidas y sabrosas elucubraciones.

Un poema de J. L. Martínez, “Quien soy”:


Espero que la sombra me separe del día
y que fuera del tiempo, bajo un cielo sin techo
la noche me acoja donde mejor sé morir.

Si mi destino está sobre la tierra, entre los hombres,
preciso será aceptar en mí aquello que me definió,
puesto que no quiero ser otro que yo mismo.

Mi nombre, mi rostro, todo aquello que no me pertenece
lo doy como forraje al público insaciable,
mi verdad la comparto con los míos.

No vivo en la superficie, mi morada está más profunda
el malentendido no viene de mí:
nada tengo que ocultar si no sé adónde voy,
sé con quién voy.

Mi parte del trabajo es asumir mi libertad
lo digo a fin que más tarde nadie se asombre:
lucharé hasta que me reconozcan vivo.

Mi patria está sin nombre, sin tachas
hay una verdad en la subversión
que nos devolverá nuestra pureza escarnecida.

Y si debiera equivocarme, eso nada cambiaría
Hacer reventar los sistemas es el único juego aceptable,
el movimiento es la única manera de permanecer vivos.

Mi amor lo doy al hombre o a la mujer
quien me acompañará en este periplo incierto
donde velan la angustia y la soledad.
Y no cerraré los ojos, ni los bajaré.



¡Oh! Radiante.

Con el deseo ferviente de que salgan a la búsqueda de otros J. L. Martínez termino esta compilación de palabras, signos de puntuación y espacios en blanco.

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