Revolutón

16:59





Bigotitos. Botitas. Rifles de madera y plástico. Adelitas. ¡El maldito empequeñecimiento otra vez!



Veinte de noviembre por la mañana. Camino rumbo a mi casa y encuentro el tradicional desfile.


99 años.


Y, ¿cómo se celebra?:


1) Carros alegóricos con niñ@s de pre-primaria disfrazados de revolicionari@s (variante del tradicional disfraz de indit@ para el 12 de diciembre). Carros de carga adornados con papel de china y papel crepé, con magueyes y ¡cactus! Y dibujos primorosos: Madero, Villa, Zapata, Carranza, todos juntos y sonrientes en la misma manta.

2) Niños de primaria y secundaria con cascabeles y tablitas en las manos. ¡Chac! ¡Uno, dos, tres! ¡Chac! La maestra encargada grita el número de ejercicio que toca por ejecutar. ¡Ejercicio número ocho!

3) Gente que camina. Que huye. O simplemente que observa o ignora.


Creo que poco a poco la palabra utopía ha ido tomando el lugar que le corresponde: un no-lugar. En medio de la realidad más desgarradora, las utopías se han vuelto, en efecto, utópicas: sin cabida, sin lugar en este mundo.

Las utopías han sido sustituidas por la televisión. Teletopía: ese lugar que nos aseguran existe, pero no aquí, sino más allá. En la fábrica de sueños. En la señal con valor. En donde se vive mejor.

La historia la escriben los vencedores. Y la reeditan los televisores.


Después del Teletón, ¿el Revolutón?

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