Hebefrenia

15:23







Como siempre: a destiempo y sin ser pedido, un breve comentario al respecto de la presentación de Hebefrenia, selección de cuentos del taller de narrativa de la Biblioteca Henestrosa a cargo de Fernando Lobo, Alejandra Silva, Coral Gómez y Enrique Velázquez Escobar.


¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se piensan en sueños genios como yo,
Y la historia no señalará, ¿quién sabe? ni a uno

Tabaquería
Pessoa


“El taller es una mesa. Una larga mesa rectangular con sus respectivas sillas”, eso escribe Lobo al inicio de esta antología. Algunos podrán pensar que es una frase mamadora, sin embargo yo la retomo porque no dice otra cosa que no sea la verdad. El taller sólo es eso. No es una máquina de escritores. O el lugar donde los secretos del buen escribir se revelan con bombo y platillo. Vamos, ni siquiera se paga para poder asistir.  
El taller es sólo un grupo de escritores anónimos. A veces ni eso. Es un montón de copias de textos que en ocasiones pagamos en equipo. A veces ni eso. El taller es una persona que lee, regularmente le sigue el silencio de los escuchas pasmados. A veces algunos comentarios.   
Tan claro es que el taller no enseña nada, que mírenme, dos años asistiendo regularmente y ni siquiera aprendí a leer de manera decorosa.
El taller no enseña. Da o quita únicamente. Quita cuatro horas a la semana. Quita algunas monedas para pagar las fotocopias. Quita el miedo a errar, porque equivocarse es ante todo una oportunidad. Da significados de palabras como hachón o hebefrenia. Da ideas y opiniones valiosas.
Y de vez en cuando otorga grandes amigos. 
Así, en esta antología, más que resultados del taller, lo que se lee (y eso es muy valioso) es el resultado del escribir por el mero gusto de hacerlo. Sin imaginar que esas letras algún día verían la luz. La dulce inocencia del inédito.
¿Ventajas? Muchísimas: diversión garantizada; ausencia de pretensiones filosofoides jaquecosas; un lenguaje claro y franco, muy cercano al lenguaje claro y franco que utilizamos entre amigos. Además de cierto estándar de calidad (pues oficialmente son los resultados de un taller, así que tiene que verse algo de chamba reflejada en el libro).
Este libro es como un concierto callejero, sin una iluminación espectacular ni sonido digital, pero con muchas ganas de tocar bien.
Simple y basta, como dice Lobo. Y sí, simple y basta.

 


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