Tan no acá tan aquí
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Nunca habré visto suficiente
nunca abre suficiente la puerta del mundo
en este planeta la regla es superar
agrestes montañas cuajadas de cuerpos
ajados por la miseria con nombre de hambre
cuerpos mutilados que ya son flores de campo
cuyos olores son perfumes que saben a lavanda
a la muerte
Las niñas más pobres del mundo bajo la mirada suspendida
de los hombres más ricos del mundo
dientes blancos que no tardarán en mancharse de sangre y bilis
muy blancos, muy manchados
pies cuarteados por el desierto de los suelos sueltos
sueños resecos y descuartizados por muros
Los alambres de púas, vidrios y fronteras se alimentan de sangre
Mundo mundo, dime si todo es sólo
una visión equivocada
y aún no despierto de las pesadillas
di si el sueño aún es posible
Mi mal es menos mal si bien es utopía pura
que no desgarra los hilos de acero
ni tuerce los pilares de metal que sostienen
risas ociosas de papel, de plástico, de bandas magnéticas
Y luego está aquello, allá, siglos luz de distancia de aquí
olvida y recrea y obliga a olvidar y a ver de nuevo
consciente de las omisiones
delator de la verdad cubierta con cortinas pintadas
sobre flores falsas
abejas de verdad
luego los ojos ¿dónde posarlos?
Las manos, ¿qué hacer con ellas?
Un albañil canturrea silogismos en lo alto de su casa
una mujer promete ser albañil
un hombre sabe cuántas mentiras tiene a cuestas
las miradas puras por la ausencia de todo
las notas que hacen llorar
Siempre lloro con Tabaquería ¿y qué?
¿Qué sé (y de más), sino que nada tiene sentido
ni ahora ni nunca?
Perseguimos la zanahoria que una mano pone siempre
delante de nosotros, atada a un palo
delante de nosotros, atado a una cabeza
delante de nosotros
Hay imágenes proyectadas sobre una pared
que abren el corazón mejor que un cirujano
¿y qué?
Allá afuera, detrás de esa pared hay miles de imágenes que
pulverizan las lágrimas
que vierten ácido y plomo hirviente en las cavidades pulmonares
estrellas todas fundidas en una píldoras hiriente que tragamos
muy a nuestro pesar, sólo si queremos
¿y qué?
¿Cuántos muertos,
cuántos hijos eliminados,
cuántos bosques arrasadados desde la semilla
bastarán para proclamar que todo fue
insuficiente, inútil, inhumano?
He visto las imágenes más espantosas que podría ver hoy
mañana he visto las imágenes más espantosas que podría ver hoy
ayer he visto las imágenes más espantosas que podría ver hoy
nunca será suficiente, lo sé
y no guardo esperanza alguna el día de hoy
y aún así, sigo aquí, como el condenado a muerte sigue atrapado en
su celda
El grito final aún no se escucha, pero un fagot sí
las voz, el latín, la música oscurece un día nublado
el mar ¡el mar!, aún tranquilo y ausente de mi noche
No puedo, una vez que lo haces eso queda grabado
es una espina que viaja dentro del cuerpo
a veces duele
a veces se olvida
y cuando le recuerdas duele aún más
Iniquidades. Mías
Música en un templo. El incienso
los miles de millones de kilómetros que hay entre Tallin y Wirikuta
entre Coicoyán de las Flores (nombre que huele a paraíso) y París
Entre Haití y Haití
¡Vaya mundo este!
¡Vaya mundos estos!
¡Vaya!, vaya por favor a otra parte
atrás, adelante, debajo,
¡allá arriba donde todo se ve mejor y todo se olvida igual de mejor
donde todos andamos y nunca vemos hacia abajo
¡por el vértigo!, claro
¡por acrofobia, desde luego
porque sólo somos humanos de carne y hueso y todo esto cansa
y sólo somos humanos
y sólo tenemos carne
Vaya mundos, tan alejados estamos
proscritos eternos, mutuamente excluyentes
las sonrisas ajenas sólo son reflejos de las propias
encerradas al lado nuestro
Caldo de notas musicales
puchero de cabezas cercenadas
potaje de estómagos resecos
estofado de pies y manos agrietadas
comida de pieles contaminadas
pulmones infestados de modernidad
ojos cegados por las luces sempiternas de la verdad
consomé de hebras invisibles que atraviesan nuestra lengua
y los restos de recuerdos
¡El festín de los despiertos!
No me quejo, pero recuerdo
y quisiera no hacerlo
porque me siento tan inútil
tan no acá tan aquí
encerrado en
un signo:
punto,
.
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